PLUMAY, PLUMA GAY
10 de julio de 2005
Tremendo alboroto ha causado en las mentes más cucufatas y conservadoras la aprobación de una ley que valida el matrimonio entre homosexuales y les permite la adopción de niños en España. Por lo pronto, la Conferencia Episcopal Peruana ha expresado su rechazo y se solidariza con su par español, que defiende la distinción natural de varón y mujer, base de la naturaleza humana.
Con esta controversial ley, queda clara la apertura de la Madre Patria hacia la libertad y la igualdad del individuo. Sin embargo, a pesar de aplaudir este golpe contra la segregación, no dejo de preguntarme: más allá del regocijo marital, ¿Cómo explicarle al nuevo hijo que esa señora es su papá o, en otro caso, que ese señor es su mamá? Sino, que papá a veces puede ser mamá y viceversa. ¿Qué le dirán la profesora y sus amiguitos cuando vean el dibujo de su familia? Seguramente el gobierno español y las asociaciones gay, bien organizadas, tienen las respuestas y hasta un programa educacional que les ayude a integrarse en la dividida sociedad. Lo innegable es que dicha crianza será todo un experimento.
Así están las cosas. Mientras los curitas –que parecen haber olvidado a los pederastas– se rasgan las vestiduras defendiendo la integridad de una sociedad que cada vez tiene menos de íntegra, la movida gay limeña se puso las pilas el viernes 8 en el Centro Cultural de España y celebró, entre globos y pica pica, el cuarto Encuentro con el Arte, que premia los concursos de cuento, poesía y fotografía. Y como buenos peruanos –si bien no machos pero sí muchos– organizaron una marcha pacífica al día siguiente, en la que no faltó la famosa bandera colorinche, parecida a la incaica que flamea en Palacio; la misma que la Dra. María Rostworowski desconoce como tal, porque los Incas no sabían de banderas.

Con esta controversial ley, queda clara la apertura de la Madre Patria hacia la libertad y la igualdad del individuo. Sin embargo, a pesar de aplaudir este golpe contra la segregación, no dejo de preguntarme: más allá del regocijo marital, ¿Cómo explicarle al nuevo hijo que esa señora es su papá o, en otro caso, que ese señor es su mamá? Sino, que papá a veces puede ser mamá y viceversa. ¿Qué le dirán la profesora y sus amiguitos cuando vean el dibujo de su familia? Seguramente el gobierno español y las asociaciones gay, bien organizadas, tienen las respuestas y hasta un programa educacional que les ayude a integrarse en la dividida sociedad. Lo innegable es que dicha crianza será todo un experimento.
Así están las cosas. Mientras los curitas –que parecen haber olvidado a los pederastas– se rasgan las vestiduras defendiendo la integridad de una sociedad que cada vez tiene menos de íntegra, la movida gay limeña se puso las pilas el viernes 8 en el Centro Cultural de España y celebró, entre globos y pica pica, el cuarto Encuentro con el Arte, que premia los concursos de cuento, poesía y fotografía. Y como buenos peruanos –si bien no machos pero sí muchos– organizaron una marcha pacífica al día siguiente, en la que no faltó la famosa bandera colorinche, parecida a la incaica que flamea en Palacio; la misma que la Dra. María Rostworowski desconoce como tal, porque los Incas no sabían de banderas.
De cualquier manera, al menos un sector de nuestra alicaída sociedad está motivada y eso, es mucho pedir, a pesar de que algunos prejuiciosos estén con el hígado vuelto paté. En el Perú, donde la mariconada es el aderezo perfecto de la sorna, parece imposible tomar en serio a los chibolines, los cachos y los pirulos, acaso próximos a mudarse a España, tierra de Alaska y Dinarama, de quien los chimbombos tienen como himno la canción “A quién le importa”. Esperemos que al menos a ellos sí, para que con valentía y dignidad, defiendan su opción sexual como debe de ser: con seriedad y no tanta chabacanería.
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