UNA LISTA COMO LA DE SCHINDLER
Para constatar la presencia del terror, no es necesario acudir a los ghettos nazis sembrados en Europa el siglo pasado. El Perú también ha tenido lo suyo. Se dice que esta historia de violaciones comenzó en 1980, con Sendero Luminoso; luego aparecería el MRTA y en los 90, el dúo dinámico: Fujimori y Montesinos, además, entre todos ellos, la niña rica: el narcotráfico.
Ahora, un cuarto de siglo después, y a medida de autobombo, el gobierno ha promulgado este 28 de julio la ley 28592 que crea el Plan Integral de Reparaciones para las víctimas de la guerra interna y sus secuelas, entre 1980 y el 2000. Más vale tarde que nunca, pero ojalá que no tarden más de los 6 meses ofrecidos en la elaboración del Registro Nacional de Víctimas, el mismo que es un trabajo conjunto de la Defensoría del Pueblo, la Comisión de la Verdad y Reconciliación y el Programa de Apoyo al Repoblamiento, entre otras. Algo tan encomiable como extraño, sobre todo tratándose de la legislación peruana, son la claridad y estructuración de dicha Ley, que, dentro de lo posible y nunca equiparable a una vida humana ni a lo que la ausencia que ésta pudiera ocasionar, intenta resarcir a las víctimas de “desaparición forzada, secuestro, ejecución extrajudicial, asesinato, desplazamiento forzoso, detención arbitraria, reclutamiento forzado, tortura, violación sexual o muerte, así como a los familiares de las personas muertas o desaparecidas”. Como se imaginarán, la lista será extensísima. Además, se agregan a ésta, los policías, soldados, ronderos, etc. heridos o lesionados en acciones violatorias de los Derechos Humanos. Algo interesante: nos dice quiénes no son víctimas: “los miembros de organizaciones subversivas”. Una Ley que no guarda la dualidad ni el esoterismo que, por lo general, suelen abrigar casi todas, y que incluye reparaciones colectivas a los poblados más afectados.
Sabemos que será imposible reparar a todas las víctimas. Sabemos también que hubiera sido mejor nunca tener que recurrir a la elaboración de semejante lista, puesto que la misma nos indica que el Estado ha fallado rotundamente en la protección a sus habitantes, acaso fin supremo de la sociedad (de sólo repetirlo se me escarapela el cuerpo, puesto que cada vez estamos más lejos de ser un “fin” y sobretodo “supremo”). Sabemos también de la desconfianza y el dolor que forman el ver que el maltrato, el abuso y la crueldad venían, en ocasiones, de las manos que estaban destinadas a protegernos: El Estado. Mas no por eso deja de ser admirable la actitud del gobierno de la chacana, que en los postreros meses de su discutida administración, nos deja a los peruanos, pero más a las víctimas, la posibilidad de limpiar la sangre y las lágrimas derramadas a través de veinte años de estúpidas muertes y atropellos; aunque sepamos que una vida, no tiene precio.
Ahora, un cuarto de siglo después, y a medida de autobombo, el gobierno ha promulgado este 28 de julio la ley 28592 que crea el Plan Integral de Reparaciones para las víctimas de la guerra interna y sus secuelas, entre 1980 y el 2000. Más vale tarde que nunca, pero ojalá que no tarden más de los 6 meses ofrecidos en la elaboración del Registro Nacional de Víctimas, el mismo que es un trabajo conjunto de la Defensoría del Pueblo, la Comisión de la Verdad y Reconciliación y el Programa de Apoyo al Repoblamiento, entre otras. Algo tan encomiable como extraño, sobre todo tratándose de la legislación peruana, son la claridad y estructuración de dicha Ley, que, dentro de lo posible y nunca equiparable a una vida humana ni a lo que la ausencia que ésta pudiera ocasionar, intenta resarcir a las víctimas de “desaparición forzada, secuestro, ejecución extrajudicial, asesinato, desplazamiento forzoso, detención arbitraria, reclutamiento forzado, tortura, violación sexual o muerte, así como a los familiares de las personas muertas o desaparecidas”. Como se imaginarán, la lista será extensísima. Además, se agregan a ésta, los policías, soldados, ronderos, etc. heridos o lesionados en acciones violatorias de los Derechos Humanos. Algo interesante: nos dice quiénes no son víctimas: “los miembros de organizaciones subversivas”. Una Ley que no guarda la dualidad ni el esoterismo que, por lo general, suelen abrigar casi todas, y que incluye reparaciones colectivas a los poblados más afectados.
Sabemos que será imposible reparar a todas las víctimas. Sabemos también que hubiera sido mejor nunca tener que recurrir a la elaboración de semejante lista, puesto que la misma nos indica que el Estado ha fallado rotundamente en la protección a sus habitantes, acaso fin supremo de la sociedad (de sólo repetirlo se me escarapela el cuerpo, puesto que cada vez estamos más lejos de ser un “fin” y sobretodo “supremo”). Sabemos también de la desconfianza y el dolor que forman el ver que el maltrato, el abuso y la crueldad venían, en ocasiones, de las manos que estaban destinadas a protegernos: El Estado. Mas no por eso deja de ser admirable la actitud del gobierno de la chacana, que en los postreros meses de su discutida administración, nos deja a los peruanos, pero más a las víctimas, la posibilidad de limpiar la sangre y las lágrimas derramadas a través de veinte años de estúpidas muertes y atropellos; aunque sepamos que una vida, no tiene precio.
2 Comments:
Hola Oscar,
estos son dos blogs que debes visitar. Uno de ellos es mío (recién estrenadito con un texto monsefú), el otro es de un amigo. Cuélgalos en tus enlaces. Nosotros haremos lo mismo con el tuyo.
http://sercorriente.blogspot.com/
http://indieferentes.blogspot.com/
Qué cosas terribles, Óscar, sobrecogen. Justamente por la tarde comentaba con una persona el terror que tengo de que en el 2006 regrese a gobernar un partido que se implantó en el poder 70 años, y que se hará hasta lo imposible por regresar, estos seis años en el que no ha estado deben de serles terribles, ya no mtienen el poder y el dinero que "adquirían". Todo esto que comentas me da mucho gusto porque como bien dices, ojalá no existiera esta lista, pero si ya no hay remedio, al menos que las víctimas tengan algo.
Que triste, ¿hasta cuando podremos ver otro mundo latinoamericano?
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