jueves, setiembre 08, 2005

EL NIÑO DE KATRINA

Cualquier peruano que ha visto la peregrinación del pueblo de Nueva Orleans los últimos días de agosto, hubiera pensado que la temporada de verano estaba en su máximo esplendor en aquella región. Pues no. A diferencia de nuestra querida y poluta Lima, donde los carriles de la Panamericana Sur son restringidos a un solo sentido (de ida o de vuelta) durante el verano, en Nueva Orleans lo fueron para ayudar a la evacuación de dicha ciudad por culpa de una endemoniada Katrina.

La escala de Saffir-Simpson es la que califica del 1 al 5, de menos a más, la potencia de los huracanes. Adivinen qué: Katrina logró un 5 y esto no es para alegrarse. Vale decir que el huracán soplaba con vientos que alcanzaban hasta 260 km/h capaces de generar las más cruentas catástrofes (acuérdense que allá usan bastante las casitas prefabricadas, de ésas que el lobo arrancaba a soplidos) y levantar olas de hasta 8 metros. En un primer estimado se calculó que las inundaciones podrían alcanzar una altura de 40 cm. pero al final se quedaron cortísimos. No es una casualidad que Katrina se halla engolosinado en Nueva Orleans, apacible ciudad del Blues y el Jazz, pues está sembrada, casi en su totalidad, sobre una depresión bajo el nivel del mar y esto ha contribuido con las calamidades. Las víctimas, lo más preocupante de todo esto, se estiman en 10,000 personas; muchas de ellas permanecen aún sepultadas entre los escombros y otras, están saliendo a flote, petrificándonos de tristeza y terror, ahora que el nivel de las aguas ha descendido.
Un dato que sólo servirá para la estadística, es que desde 1969 un huracán semejante, Camille, no golpeaba dicha zona. En Miami, en 1992, lo hizo el Andrew. Claro, es imposible que las estadísticas y las autoridades hablen de víctimas y dolores propios y ajenos sin estar sumando y restando billetes. Las compañías de seguros consideran que los daños han generado alrededor de 2,000 millones de dólares en pérdidas. La verdad, me gustaría saber cómo han hecho para ponerle precio a una vida humana y no a tanto edificio ni maquinaria.

Hasta el día de ayer los medios de prensa y un desesperado alcalde anunciaban con mucho pesar que aún quedaban unas 300 mil personas por evacuar. Acaso los más tercos e incrédulos, quizás los más prudentes, no lo sé. “Papá” Bush, hábilmente ha hecho lo que mejor sabe: enviar tropas. Bueno, eso es válido, pero mejor hubiera sido tener un buen plan de contingencia y una logística adecuada, lista, preparada para actuar ante semejante azote (como cuando se le ocurre invadir algún país o meterse en algún pleito ajeno) y no enviar marines con palas y picos, pistolas y metralletas para que desentierren a los muertos y prendan a los vándalos. Ahora, con la cara de sonso que ya todos le conocemos, clama por ayuda y plegarias. Ya Fidel y Chávez, sus “compadres”, se la han ofrecido; esperemos por ver hasta donde aguanta la soberbia.

Sólo cuando una potencia entra en desgracias parece equipararse a nuestra Latinoamérica. Igual lamentamos, con sufrimiento ajeno, el dolor de los sobrevivientes y la agonía de los caídos. No hemos olvidado (¿o sí?) las atrocidades que produjo la corriente de El Niño hace pocos años en el norte de nuestro país. No tan devastadoras como las de Katrina, por supuesto. Ahora, al ver los muertos atrapados entre los escombros que antes los cobijaron, me vienen a la mente las funestas imágenes de los cadáveres que, arrancados de sus lechos en los camposantos por los huaicos y las crecidas, invadieron la ciudad de Trujillo sobre sus ataúdes y fuera de ellos, paseándose desconcertados por las pistas inundadas por El Niño, como presagio de algo mucho peor que no tiene por qué parecernos imposible.

1 Comments:

Blogger Magda Díaz Morales said...

Que terrible, todos los países tienen sus tragedias. Cuando veo tristezas semejante no se me puede olvidar el terremoto del 85 en México, fue algo espantoso.

México ha enviado militares, pero no llevan metralletas ni armas, han llevado comida, medicinas, médicos, y están ayudando mucho.

¿Será que no tienen un plan de contingencia porque quienes viven en los lugares que pueden ser afectados les importa un rábano?

viernes, 16 setiembre, 2005  

Publicar un comentario

<< Home

Free Hit Counters
Web Counters